Se lo que se siente...

Yo creo que fue allá por el año 99, si mal no recuerdo...


Mis hijos eran chicos (la nena 9 y el varón 2 años, algo así)... 

Un día estábamos en casa de mi madre cuando me contó que iba a ir de visita  mi tía Iliana, ella vive en chalecito hermoso (típico de las sierras de Cba) con mucho parque donde corrían siempre varios perros, algunos de raza (schnauzer gigantes, enanos, labradores o perros pilas, los "peladitos") y otros de razas aun no descubiertas, como me gusta llamarles a los puro perro. La cuestión es que mi mamá me cuenta que la tía, quien siempre cuidó muy bien a todas sus mascotas, tenía un espacio destinado para las hembras que entraban en celo y así evitar "problemas" con los demás.  Resultó que un día  le falló la técnica (o la seguridad en la puerta del canil no era tan segura o Rupert, uno de los shnauzer enanos, era demasiado obstinado e inteligente como para sortear todos los obstáculos y llegar así a su apasionado amor: Murci (no se dejen guiar por el nombre) una hermosa y joven perra pila, todo su cuerpo pelado y solo tenía dos mechoncitos de pelos rubio/cobrizo en la cabeza y la punta de la cola . Conclusión: el amor siempre triunfa y la mimada de la casa  tuvo su affaire con el rebelde de la manada. 
Lógicamente la travesura trajo sus consecuencias. En realidad fueron 2 "consecuencias", el primero un peladito con su mata simpática de pelo solo en la cabeza y en la colita) y el segundo un machito bien parecido al padre, como para que no queden dudas.
Por alguna extraña razón mi tía Iliana consideró que este último iba a ser para mi. Ella, al igual que mi mamá, son mujeres que no esperan, ellas nacieron para decretar. Tan es así que, a horas de nacer, ese último cachorrito privilegiado, de pelaje negro y brillante ya tenía familia (yo) y nombre: CHAROL. 


                                                         Charol con su mamá.


                                                                Charol con su papá.



Por aquellos años yo ya trabajaba sola en el taller de mi padre quien, un año antes, había fallecido en un accidente. Eso, sumado a la responsabilidad de los hijos pequeños y una casa que debía mantener, se tornaba a veces muy complicado.. (una sutil manera de decir que estaba a punto de volverme loca). No tenía mascotas creo que por esta misma razón. No podía hacerme cargo de otra "responsabilidad" mas. 


Sorpresas te da la vida...

Aquella tarde nos sentamos con mi mamá a tomar unos mates, mientras mis hijos jugaban y correteaban por toda la casa (vieron que en la casa de la abuela todo es mas divertido y fascinante!) Hablábamos de cosas cotidianas y ella hacía mucho hincapié en la visita de la tía: 

- No te vayas todavía.. mirá que viene tu tía!
- No me voy, mamá.. la espero y la saludo porque hace mucho que no la veo. 
A los minutos sentimos el timbre, mi mamá corrió a abrir y, lógicamente, era la tía! mi tía de siempre, simpática, cariñosa y  habladora en diminutivo "Carito! cosita bonita, princesita chiquita, amorcito de tía!" y me dio un abrazo fuerte con un solo brazo... el otro lo tenía atrás, escondiendo algo. 
- La tía siempre piensa en su sobrinita hermosa y en sus hijitos, entonces le traigo un regalito que le va a alegrar la vida!
Y extendió su brazo.. en su mano yo solo veía una bolita de pelos negros, brillante, como el Charol. Mis hijos gritaban de la alegría, corrían y se abrazaban! lo querían acariciar, se peleaban por alzarlo.. un loquero, les juro. Y así, sin poder decir nada, nos volvimos con un perro a casa. En realidad acababa de adoptar al mejor amigo que tuve en mi vida. 





Fidelidad...

Los años fueron transcurriendo y la vida seguía siendo, para mi, una montaña rusa de sentimientos, de cosas y de personas.. trabajaba mucho, me esforzaba por salir adelante, por criar a mis hijos.. pasé la crisis de los 30, de los 40.. y siempre que miraba a mi lado veía sus ojitos nobles, pedigüeños de caricias, siempre! no hubo un solo día que no se pegara a mis piernas, que no dejara de mirarme como si yo fuera su todo. Charol tenía la virtud de darme paz. Juntos superamos muchas cosas.. y al final del día solo bastaba una mueca para saber que nos íbamos a dormir. Algunas noches me desvelaba con algunas visitas o haciendo algo y él me miraba y corría a la pieza, volvía y me miraba y corría a la pieza. Yo lo leía: "daleee, vamos a la cama que es tarde!"




Los chicos fueron creciendo, ya no estaban en todo el día y quedamos nosotros dos. Viste como los amigos, con solo una mirada se entienden? bueno, así. Charol y yo. 
No se en qué momento me pasó tan rápido la vida.. cuando quise ver ya mi vista empezó a fallar al igual que la de él. Después de un largo día, costaba levantarse en las mañanas. Sus corridas en el patio se volvieron lentos paseos entre las plantas y volvía a entrar a recostarse lo mas cerca mío posible. 
Mi hermano, veterinario, me iba diciendo como se iban a ir dando las cosas. "y... es muy viejito!" si, yo lo sabía.. entonces mas me dedicaba a él. 



No alcanza una vida para agradecer...

Demasiado poco viven los perros y demasiado rápido se nos pasan los años. 
Entre tantas obligaciones, trabajo, hijos, casa... el trajín del día nos mantiene distraídos de esas pequeñas cosas que son las que realmente importan en la vida, esos momentos de paz, de amistad y de compañerismo que no es potestad solo de las personas. Por supuesto que el amor a los hijos, a los padres y amigos es fundamental y uno lo demuestra y agradece! pero.. cuando bajás la mirada y lo ves ahí, sentado al lado tuyo en silencio, te das cuenta que te dio todo, sin reclamar mas que una caricia o un espacio en tu falda. Como ellos no hablan, no nos percatamos en decirles "Gracias! por no dejarme sola, por acompañarme en las buenas y en las malas, por ser ese "momento de paz" cuando mi mundo era un caos, gracias por enseñarme lo que significa el amor incondicional".




Aproveché esos meses para contarle cosas, para acostarme a su lado en esas  siestas que tomaba siempre a mi lado y cada vez mas prolongadas, no me alcanzaban las horas del día para decirle cuánto lo amaba y lo importante que era en nuestras vidas... le agradecí porque me di cuenta que, aquella tarde del año 99 mi tía me hizo el regalo mas importante en mi vida, ese que me ayudó con todos los problemas que lidiamos cuando somos grandes y le puso interminables caricias a mis soledades. 





Y una mañana del 2018, en mis brazos, con el cansancio de sus 19 años,  me miró por última vez y se fue con la paz y la dignidad que se merecía. 
Entonces entendí que yo fui todo para él, así como él fue todo para mi. Su misión en la vida era acompañarme y enseñarme que los perros son, en realidad, seres especiales, parte fundamental de una familia, angelitos con rabos que nos demuestran día a día que el amor incondicional  y la lealtad si existen.. en algunas personas y en todos los perros! 
Hoy puede estar Bruma (la loca) o Pepi (el dulce).. pero Charol? el perrito negro y brillante, de ojitos pedigüeños de caricias, el fiel, el honorable Charol,  siempre será Charolito de mamá.. 


(En memoria de mi amado Charol, 19 años a mi lado y toda la vida en mi corazón). 



Te animas a contarme tu historia? Si te sentiste identificado, contame... me gustaría conocerla, te leo...


Carolina Colalillo
Directora de Parque del Amigo

ParquedelAmigo.com.ar


Comentarios

  1. Hola. Me encantó tu historia. Me emocionó mucho. Yo también tuve mi ángel, que llegó a mi vida al mes de la muerte de mi papá. Se llamaba Teo y lo voy a tener siempre en mi corazón. Ojalá todas las personas podamos entender lo que significa tener un perro o cualquier mascota. El amor incondicional y el mas desinteresado de todos.

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  2. Teo estuvo conmigo 17 años. Pasamos momentos lindos y feos. Pasamos una vida juntos, su vida. Se murió de viejito y me dolió mucho ir viendo que ya no era el perro super enérgico y activo que siempre fue, pero hasta el ultimo momento nos acompañan y nos enseñan que en la vida solo importan los afectos, el amor que damos y el que recibimos. Gravias por compartir tu historia tan linda y conmovedora.

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